Arbusto espinoso de la familia de las Rosaceae.
El nombre procede del griego pyr, pyros fuego, y ákantha, espina: por sus espinas y por su fruto de color rojo intenso, detalle este último que se repite en el epíteto coccinea, del latín cóccinus, rojo carmesí. Pyrakantha lo llamaba Dioscórides y es arbusto de Asia menor y el Sur de Europa hasta la Garrotxa, en Gerona, donde todavía se pueden encontrar de forma espontánea; al haberse utilizado profusamente en parques y jardines para formar setos y al adaptarse a cuaquier tipo de terreno soleado y bien drenado, se ha ido asilvestrando en zonas de clima templado de toda la Península.
Los frutos maduran en septiembre y se mantienen en la planta todo el invierno o hasta que se los coman las aves, sobre todo mirlos y tordos.
Los espinos de fuego, como otras rosáceas y principalmente los manzanos y los perales, pueden verse afectados por el fuego bacteriano, una enfermedad devastadora proveniente de Estados Unidos que en España se detectó a partir de 1.995. La enfermedad no está implantada, pero en los casos en que se detecte la única solución es la pronta erradicación de todos los pies afectados.