Matilla leñosa de la familia de las cistáceas.
Fumana es un neologismo botánico basado en la palabra latina fumus, humo, por el aspecto gris ahumado de este género: lo creó un tal Thomas Bartholin, danés del s. XVII, que fue al mismo tiempo médico, teólogo, fisiólogo, matemático y botánico. El epíteto específico, hace referencia al parecido de sus hojas a las del tomillo.
Los más característico de esta especie son sus pequeñas hojas de margen algo revoluto que, se asemejan a las del tomillo.
Crece en lugares soleados; tomillares, matorrales.
Diferenciación de otras especies del género: Fumana laevipes es de hojas alternas filiformes, de color glauco, Fumana thymifolia las tiene ovales, siendo una matilla postrada. Fumana procumbens, como las restantes, tiene flores solitarias extraaxilares, a diferencia de Fumana scoparia que las tiene en racimos, dispuestas entre las hojas de los tallos fértiles, de pedicelos recurvados y gruesos. Fumana ericoideses la que mas se parece en su porte, de gruesas ramas erectas, pero es de flores solitarias. Fumana ericifolia tiene un porte bien distinto, de ramas finas arqueado ascendentes, dando lugar a matas procumbentes. La especie mas parecida es la disposición de la flores es Fumana paradoxa, no presente en la Sagra y la alcarria madrileña, aunque si en páramos altos de Guadalajara y Cuenca, esta última es de porte almohadillado, pulvinular.
Imágenes de F. thymifolia