Hierba perenne que puede superar 3 m, endemismo peninsular, de la familia Umbelliferae, nombre a conservar aunque muchos prefieran llamarla de las Apiaceae.
Ferula, en latín, significa caña, vara, fusta: los maestros solían utilizar un tallo de cañaheja para fustigar a sus discípulos desobedientes. El epíteto específico quiere decir común, abundante.
Tallos erectos, débilmente estriados. Hojas 3-6 pinnatisectas, con divisiones de último orden lineares, glabras, las basales pueden llegar a 1 m. Umbelas terminales, pedunculadas, con (6) 12-26 (50) radios. Dientes del cáliz imperceptibles. Flores amarillas.
Se cría en lugares alterados, como bordes de caminos, tierras removidas en matorrales y bosques, con una cierta preferencia por lugares rocosos o pedregosos, tanto en suelo silíceo como en calizas, margas y yesos. Común en toda la península salvo en las zonas atlánticas del NW, se distribuye por toda la región mediterránea incluido el N de África y toda Asia menor. Florece entre febrero y julio y sube desde el mar hasta los 1600m.
En la base o en proximidad de esta planta ( y también de la Thapsia villosa , pero ha tomado el nombre de la especie que tratamos aquí) suele aparecer el Pleurotus eryngii var. ferulae Lanzi DC ex Fr., una seta de la familia de los Pleurotus de carne excelente. La cañaheja también está relacionada con S. Antonio Abad que según una leyenda medieval consiguió engañar al diablo trayéndose el fuego del infierno en forma de brasa dentro de la médula de una cañaheja, para donar el fuego a los hombres; en realidad es un mito que se daba también en la mitología griega, con Prometeo como el autor del robo del fuego a los dioses, y en otras culturas que nada tienen que ver con las de origen grecorromano-cristiano como los Maoríes de Nueva Zelanda o los Kikuyu de Kenia. El punto común de todos ellos es la brasa escondida en una caña, no siempre la cañaheja.
Común en el Sureste de Madrid y La Sagra, sobre calizas, margas y yesos. Matorrales y herbazales, ruderal.
Imágenes de F. communis