Fanerófito siempreverde de la familia Fagaceae.
Quercus rotundifolia = Quercus ilex subps. ballota. Se ha considerado una subespecie de Q. ilex; en la actualidad se tiende a separarlas en dos especies; con áreas de distribución y ecología diferentes.
El nombre Quercus ya lo usaban los romanos para referirse a todos los árboles de bellota, tanto a las encinas como a los robles. A los robles los llamaban también robur, robustos, y varios autores usaban ilex para las encinas perennifolias, nombre que retomó Linneo. El epíteto rotundifolia, latino, quiere decir de hojas redondas.  No tenemos claro el origen del nombre de la subespecie ballota: Dioscórides menciona una labiada con el nombre de balloté, palabra que en griego significa rechazo, porque todos los herbívoros rechazan comer las plantas de ese género, como la 
Ballota nigra foetidaPuede que se haya aplicado a esta encina porque el ganado (si tiene otra cosa que comer ) también rechaza comerse sus hojas, muy coriáceas.
La duda sobre la clasificación de esta especie dura más de dos siglos. Lamarck le dio rango de especie, denominándola Quercus rotundifolia. Posteriormente se rebajó a la categoría de subespecie, y muchos botánicos ibéricos (los más indicados para opinar, puesto que es endémica de la Península y del Noroeste de África) defienden esta posición al encontrarse en el monte ejemplares morfológicamente intermedios, o ejemplares que tienen al mismo tiempo hojas redondeadas (típicas de la subsp. ballota) y lanceoladas ( de la subsp. ilex). La última palabra (¿por ahora?) la han dicho dos investigadores que han analizado su variabilidad genética, llegando a la conclusión de que se trata de una verdadera especie  genéticamente diferenciada de la Q. ilex y proponiendo rescatar la denominación Quercus rotundifolia Lam.( Modesto Luceño, Pablo Vargas et al., 2016). Indudablemente se trata de un nombre más sonoro y expresivo.

Árbol de hasta 25 m, aunque por regla general no pasa de 15 debido a las condiciones ambientales y cuando se acerca al límite altitudinal no pasa de arbusto. Generalmente muy ramificado y de aspecto muy variable. Tiene la raíz principal axonomorfa, al principio no se ramifica, desarrollándose mucho más que la parte aérea; luego se ramifica abundantemente; las raíces superficiales pueden dar renuevos a lo largo de toda la vida de la encina. Tronco al principio flexuoso, luego recto. Corteza delgada, primero lisa para agrietarse pronto formando teselas verticales poco profundas. Ramillas jóvenes cubiertas por un tomento denso y persistente. Hojas de forma muy variable, incluso en la misma planta, coriáceas, simples, alternas, persistentes con 3-4 años de vida; el margen puede ser entero, aserrado, espinoso; al principio tomentosas por ambas caras, luego solo por el envés. Estípulas subuladas, caducas. Pecíolo 3-10 mm. El fruto es la bellota.

Ambite (M) Darío Meliá

Indeferente edáfico, es indicadora de suelos modernamente secos, rehúye los encharcados y tolera mal los arcillosos o margosos muy compactos, faltando en los salinos. Soporta calor extremo y frío intenso. Encuentra su óptimo entre 200-1200 m, en Maruecos llega hasta 2.900 m. En el centro peninsular a 1.500 m. donde difícilmente pasa de pequeño arbusto.

Pº de las Honduras 1.440 m. (Cc.) Darío Meliá

Puede vivir 800 años y dar brotes adventicios hasta 200 años o más. Después de la tala o el fuego reacciona con abundantes brotes. Puede sobrevivir decenas de años bajo la acción del ganado o a la sombra de otros árboles, esperando el momento adecuado para hacerse un árbol.

En plantaciones la tasa de supervivencia es muy baja (si no se riega durante muchos años), debido al poco desarrollo de la raíz dentro del contenedor y la desproporción de ésta respecto de la parte aérea, en contradicción con la estrategia de la planta consistente en un alto crecimiento de la raíz  previo al brote de las primeras hojas y en menor medida durante los primeros años. Cuando la raíz principal toca fondo en el contendor, se ralentiza enormemente el crecimiento de ésta y comienza el desarrollo de las raíces secundarias; cuando plantamos nuestra encina germinada en contenedor (además de la desproporción raíz-tallo), tenemos el problema de una morfología radicular alterada que arrastrará a lo largo de su vida. También pueden darse casos de autoestrangulamiento  en plantas con raíz espiralizada, si no ha sido cortada ésta cuando se plantó.

 

La raíz principal ha llegado al fondo del contenedor y ha comenzado a espiralizarse cuando apenas comienzan a abrirse las hojas. En suelos sueltos y profundos la longitud de la raíz principal puede superar los 50 cm. antes del brote de las primeras hojas.

Desde nuestra experiencia el mejor método es la siembra en  otoño en el campo, sin mediar mucho tiempo desde la recogida; de este modo se obtienen resultados muy buenos. Si se han de almacenar las bellotas durante algunos meses, es conveniente someterlas a una estratificación en frío en arena de río, manteniendo un poco de humedad sin que ésta sea excesiva. La realización de hoyo profundo, facilita el crecimiento en profundidad de la raíz y la supervivencia de la planta.

Nuestras encinas están adaptadas a sufrir un enorme estrés climático, consistente en un gran frío invernal (pueden soportar sin sufrir lesiones temperaturas de hasta -25º. El alcornoque y la coscoja se resienten  cuando la temperatura baja de -15º) y precipitaciones muy irregulares, coincidiendo el período de máximas temperaturas con el de máxima sequía. La actividad metabólica  se reduce enormemente por debajo de 10º, aunque se da absorción de dióxido de carbono hasta cerca de 0º. Sus hojas presentan cutículas gruesas, para reducir al máximo las pérdidas de agua, esto provoca que sean muy opacas y por lo tanto con una baja eficiencia fotosintética. Para compensarlo, suelen tener mucha más clorofila que las de los árboles caducifolios y mayor superficie foliar. A diferencia de los caducifolios, los bosques esclerófilos tienen durante mucho menos tiempo las condiciones adecuadas de humedad y temperatura para realizar la fotosíntesis. Tienen los estomas protegidos por una espesa borra de pelo que ayuda a mantener una atmósfera de aire saturada de humedad cerca de la superficie foliar evitando pérdidas de agua. Las hojas exteriores reciben el sol directo y se calientan mucho, por lo que mantienen cerrados los estomas para evitar perder agua en las épocas de mas calor, también son más pequeñas y tienen mayor recubrimiento que las hojas de sombra. En las épocas más calurosas por la mañana hay un intensa absorción de CO2, a medida que sube la temperatura va cayendo, hasta parar prácticamente por completo en las horas de más calor con el cierre casi total de los estomas. Al atardecer, aunque sigue haciendo calor, vuelve a recuperarse la actividad fotosintética, con menor intensidad que en la mañana.
Barranco de La Marañosa (M) Darío Meliá
La característica ambiental diferenciadora de los encinares y bosques y matorrales esclerófilos es que a lo largo del año nunca tienen una época realmente favorable. Cuando llueve, puede hacer mucho frío, y cuando sube la temperatura, no hay disponibilidad de agua.
La producción neta anual de biomasa del encinar maduro se estima en torno a 10 toneladas por hectárea y año, siendo el total entre entre 150-175 toneladas por hectárea (fundamentalmente en troncos y ramas), de las cuales unas 50 toneladas corresponden a la parte subterránea. Las hojas almacenan en torno al 20% del nitrógeno total del ecosistema y entre el 5 y 10% de la biomasa total.
Es probable que la encina se haya visto favorecida por el hombre. Siglos atrás, antes de la humanización de esta tierra, es muy posible que hubiese bosques de encinas con quejigos, o quejigares con encinas. Hoy los quejigos han quedado refugiados en los barrancos donde no era posible la explotación agraria por ser inaccesibles o tener fuertes pendientes. Estos encinares y quejigares estuvieron salpicados de arces, majuelos, algún olmo etc.
Al deforestar, el hombre realiza un proceso selectivo. Si lo hace por fuego, en los primeros ciclos de incendios, desaparecen las coníferas del territorio (el pino carrasco necesita entre 15 y 20 años para producir piñones). Las sabinas, enebros y pinos carrascos que presumiblemente habría dispersos en las zonas de suelos más rocosos y someros, desaparecen o se rarifican. Los majuelos y arces de las zonas de suelos profundos también. Quejigos y encinas rebrotan bien de cepa.
Si el proceso de deforestación incluye el sobrepastoreo se produce una situación parecida. Mientras los incendios favorecen a  las cistáceas (acidófilas por otro lado) el sobrepastoreo y pisoteo, la pérdida de los horizontes superficiales del suelo, favorece a las labiadas, como el romero, la salvia, el cantueso, la lavanda y el tomillo. En el páramo se formarán encinares abiertos con salvia y otras labiadas, o ´sólo con tomillo si el sobrepastoreo es muy intenso. El quejigo resiste el mordisqueo, pero precisa de más sombra para regenerar, sobre todo en páramos secos como los del sureste de Madrid. Luego igualmente, se rarifica y desaparece. En este caso, las formaciones abiertas favorecen a la encina.
Si el proceso es por tala, también gana la encina, porque la encina da bellota grande, dulce y la vecería es poco acusada (alternancia de años con mucha bellota con otros de menos) mientras el quejigo da bellota menos grande, amarga. Resultado, el hombre, avido de leñas, cortaba antes quejigos que encinas, que tienen bellota que puede consumir el hombre y los animales. Se produce un proceso que se ha dado en llamar de frutalización del bosque mediterráneo, y que incluye la selección de los ejemplares con bellotas más grandes y dulces para su posterior siembra, algo que se hacía con cierta frecuencia. Parte de las actuales dehesas de encinas de nuestro país son potencialmente quejigares, melojares o alcornocales o bosques mixtos de todos ellos, en diferentes combinaciones y con varios árboles caducifolios (fresno, arce, cornicabra, serbal doméstico y S. torminalis, Pyrus bourgaeana) como especies acompañantes.
Se distribuye por la Península Ibérica, Sureste de Francia, Argelia y Marruecos; se detiene su distribución cuando las precipitaciones son inferiores a 300 mm. En zonas litorales con influencia oceánica (con lluvias estivales e inviernos suaves) es sustituida por Quercus ilex.
Especie muy común y abundante en el Sureste de Madrid y La Sagra. De escasa presencia en la margen derecha del Jarama (excepto en La Marañosa); en municipios como Pinto o Valdemoro apenas queda algún ejemplar entre tierras de labor.
Torrejón de Velasco (M) – Julio Martín

Muy abundante en el valle del Tajuña y la Alcarria madrileña, así como en los Barrancos de la margen izquierda del Jarama.

Imágenes de Q. rotundifolia

Alto de Vallequillas, Horcajo/Amargas (M) Darío Meliá
Barrancos del Butarrón (M) Darío Meliá

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