Caméfito suffruticoso de la familia de las labiadas.
El nombre del género ya se usaba en época romana y seguramente viene de mucho antes: del verbo latino salvo, (yo) cuido, yo salvo, a su vez relacionado con el sánscrito sárvas, mantengo íntegro, sano: por sus propiedades medicinales conocidas desde la antigüedad (muchas veces exageradas pero con eficacia demostrada en algunas aplicaciones) ; el epíteto está claro, con hojas parecidas a una lavándula, posiblemente la Lavandulaa officinalis, que no describimos por no estar en el territorio del herbario de forma silvestre, o la Lavandula latifolia. Es la única salvia autóctona que llega al nivel de subarbusto leñoso en la base, no hierba (el otro arbusto o subarbusto, la S. fruticosa, es especie del C y E de la región mediterránea, de Italia a Siria) de 17 a 100cm de alto; tiene hojas no divididas, alguna vez con 2 segmentos en la base, y cáliz regular, rara vez subregular, con 5 dientes subiguales, que de ninguna manera puede parecer bilabiado. La suma de elementos marcados en negrita basta para separarla de todas las otras salvias.
Flora Iberica acepta varias subespecies advirtiendo que haría falta más estudios para aclarar si son tales.
Común en el Sureste de Madrid y La Sagra. Especie de matorrales básicos: suelos calizos, margosos o yesíferos, por lo tanto principalmente de la mitad E peninsular. Se encuentra también en el SE de Francia, en Marruecos y Argelia. De los 250 a los 2100m, florece entre mayo y julio.
Imágenes de S. lavandulifolia